martes, 18 de septiembre de 2007

Amigo o enemigo

Me gusta cuidar a mis enemigos (alguno tengo, sí) porque ellos tienen la cualidad de hacerte la vida imposible si tú les dejas y, a veces, incluso aunque no les dejes. ¿Pero quiénes son nuestros enemigos? A veces no es fácil identificarlos. Los hay que transmutan de querido en odiador a la primera de cambio, y te pillan a contrapié, sin armas ni coraza. Y eso duele... Los hay que se declaran enemigos incluso sin conocerte, por referencias, aupados en el rumor que, cual alfombra voladora y traidora, corre por los pasillos y no encuentra apoyadera. Y eso duele... Los hay que, amparados en un sectarismo del que no podrían desprenderse aunque quisieran, te adscriben a un grupo enemigo, sin valorar tus actos ni tus ideas, que poco cuenta. Y eso, también duele. En todo caso, empiezo a hartarme de ataques y diretes, de los que te etiquetan de enemigo porque les conviene y allá van. Todos a una como Fuenteovejuna. Más de uno debería reflexionar sobre si Ciudadanos es de verdad su enemigo. Yo por mi parte, he preferido siempre considerar a los demás posibles amigos hasta que se demuestra lo contrario. Me llegan informaciones de ataques orquestados, que me suenan a cantos de sirena loca. Locos deben estar los que son capaces de atacar cual furibundo enemigo algo que ha costado tanto poner en pie, que tan indispensable es en el panorama político español y que algunos incluso ayudaron a construir.

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