jueves, 7 de agosto de 2008

Suñé carga contra la Voz de Barcelona

La voz de Barcelona, un diario digital que nace de la ilusión de un grupo de amigos del mundo del periodismo, ha sido acusado por Lluis Suñé, el famoso concejal de ICV que instaba irónicamente en su blog a sumarse a una campaña de apadrinamiento de niños extremeños por 1.000 euros al mes (qué majo él), de estar dirigido por una persona que está afiliada a partidos de la ultraderecha. ¿A qué partido se refiere este señor? A ver, podría ser el PP, que en Cataluña siempre ha sido considerado excesivamente derechón y sospechoso de "todo lo peor". Pero me da que no, que no se refiere a éste. Podría ser a la falange, pero lo hubiera dicho, ¿no? Además, me consta que no es así. ¿Qué partidos están teniendo comportamientos de ultraderecha? Sólo caigo ahora en tres. El primero es el PSC, que por seguir en su asiento en Cataluña, ha sido capaz de negar que un niño cuya lengua materna es el castellano pueda estudiar si lo desean sus padres en esa lengua, que, no lo olvidemos es oficial. A mí me parece un comportamiento de lo más facha: coarta libertadas, niega lo innegable, y antepone los supuestos derechos de las tierras frente a los de las personas.
Otro candidato sería Esquerra, capaz de ningunear cualquier prioridad de los Catalanes (sanidad, transportes...) ante sus aspiraciones nacionalistas exacerbadas, capaz de pactar no agresiones territoriales a cambio de apoyo político con terroristas, capaz de renegar de todo lo que suene a español, porque el adn es el adn, y si es catalán es mucho mejor.
Y el tercer candidato sería ICV. ¿Quién si no es capaz de dar lugar a personajes como el propio Suñé, capaces de "parir" una imagen tan deleznable, xenófoga y denigrante como la del cartelito de marras? Ya se sabe, es más fácil ver la paja en el ojo ajeno que en el propio. Suñé haría bien haciendo acto de contricción, en lugar de acusar al director de la Voz de Barcelona de hacerse eco de un acto punible, el suyo, señor Suñé. Calladito estás más mono.

Por cierto, el director de la Voz de Barcelona no está afiliado a ningún partido político, Sr. Suñé. Perdón, dejémoslo sólo en Suñé.

miércoles, 6 de agosto de 2008

Un vestido berenjera con demasido escote

El otro día me planté un vestido berenjena un tanto escotado (vale, muy escotado). Era domingo y hacía calor, diré para justificarme sin que en realidad sea necesario. Una amiga me comentó: 'bonito vestido' y yo le respondí que sí, pero que me lo ponía poco, porque para el trabajo era demasiado atrevido. Ella me miró escandalizada y cual feminista de los 80 me contestó con un discurso vehemente que estaba muy equivocada, que la mujer debería tener el derecho de vestirse como le diera la gana, mostrando su cuerpo hasta donde ella considerase y que la mía era una posición cobarde e hipócrita. Yo suelo regirme por aquella máxima que recomienda que donde fueres haz lo que vieres, así que si estoy en el trabajo -un entorno formal y bastante aburrido en sus planteamentos estéticos si atendemos a las corbatas y trajes que me rodean puesto que trabajo en un banco- a menudo me mimetizo y, a falta de corbata, me apunto al look de ejecutivo "notengotiempodepensarenmodelitosporqueestoymuyocupadopensandoencomohacerqueelbancoganemas". Pero hete aquí que llega el verano. El traje se vuelve excesivo. Los vestidos gritan desde el fondo del armario "tómame y verás que fresquita y cómoda". Jaja. En fin, que sí, querida amiga, que es fácil llegar a la conclusión de que tienes razón y de que la mujer ha sido abducida por una fuerza masculina terrenal que la ha convencido de que su cuerpo llama al pecado, de que si muestra provoca, y de que lo femenino es poco serio o profesional. Y es una idea que va mucho más allá y que nos dice que como mujeres profesionales nos falla algo: precisamente nuestro lado femenino. Claro que se habla en positivo de la "intuición femenina", y digo yo que las mujeres profesionales podrán beneficiarse de ella, pero siempre he considerado una gran injusticia considerar que una mujer ha acertado en x cuestión gracias a su "intuición femenina" en lugar de reconocer que algo de inteligencia personal habrá en su acierto. Y aquí llegamos a otra cuestión: la manipulación de las palabras. Y así, por ejemplo, cuando una mujer lo da todo por su pareja o por sus hijos, no es generosa, sino abnegada. En fin, qué gran tema para desarrollar en otra ocasión.
No sé si me atreveré a convertir el vestido berenjena en atuendo profesional. Quién sabe, a lo mejor algún día con el síndrome premestrual me obnubilo y lo hago. ¡Qué gran excusa nos han dado muchos hombres para cometer deslices!